Le pregunté qué quería almozar pero no contestó porque estaba con la computadora.
Al rato se quejó de que no estuviera la comida y tuve que recordarle la carta. Aceptó, entonces cociné.
Al momento de sentarse a comer, protestó por el menú y hubo que cambiarlo.
A veces no sé quién es el nene y quién es la nena acá.
En realidad sí sé, pero prefiero hacerme el boludo.
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